Las realidades y experiencias sobre el terreno revelan claramente que la mayoría de las acciones a favor del desarrollo humano han olvidado una dimensión muy importante que afecta a la mente: el estrés y el trauma.Lo que hace que todas estas acciones hayan carecido de presencia y apropiación por la realidad de que los llamados pobres han permanecido ausentes de la mayoría de estos procesos que quedan sin futuro ni sostenibilidad.Estas acciones, aunque de buena fe, siguen siendo obras humanitarias que nunca ayudan a la persona a salir de la pobreza. De hecho, el trauma y el estrés le roban su libertad y la ponen en un estado permanente de dependencia y normalizan la pobreza.Existe la necesidad y la urgencia de desencadenar un cambio cualitativo en forma de revolución mental. Este es el papel del pobre hasta el día de hoy, porque tiene cerebro y tiene los bienes.