La teología derivada de los estudios bíblicos debe presentarse ante todo como la expresión más profunda de las voces de las víctimas. La mudez de las víctimas es sistémica en la sociedad en la que vivimos. No son silenciados porque no tienen una palabra que comunicar. Por el contrario, se exige su silencio precisamente porque sus palabras generan una incomodidad sistemática. Los siete capítulos que componen el libro pretenden mirar la vida y la integridad de la creación desde el punto de vista de la vulnerabilidad. En la Biblia, la pobreza nunca se considera como si fuera una construcción divina o de la naturaleza, como si fuera parte del destino de las cosas. Y, por lo tanto, la lectura e interpretación de la Biblia admite la neutralidad. La teología que no transforma la realidad se transforma en un discurso vacío, alienante y, en consecuencia, irrelevante. "La teología como pasión por la vida" es una invitación a recorrer siete caminos que desean provocar la solidaridad con los más frágiles y un despertar del sueño de la indiferencia.